La sucesión presidencial, edición 2018

Fuente: ADN Político

Estamos a escasos horas de una nueva sucesión presidencial; una que fue esperada por mucho tiempo y por muchas personas. López Obrador será el próximo presidente constitucional de México, lo cual —en teoría— representa —o al menos hasta hace algún tiempo lo hacía— nuevos bríos para un país falto de condiciones mínimas que garanticen un bienestar uniforme entre la población.

Esta semana la iniciamos con la noticia de que en los últimos tres meses, la aprobación por parte de la población hacia el presidente electo cayó nueve puntos porcentuales, según la encuesta de El Universal sobre aprobación de AMLO como presidente electo. Pasó de 64 a 55% de aprobación, lo cual indica que aún la mayoría de la población aprueba su labor previa a la toma de protesta, sin embargo no hay que minimizar esa caída. Otros rubros en los que disminuyó la buena percepción de las personas hacia López Obrador fueron el nivel esperado de cumplimiento de promesas de campaña (64 a 49%); también decreció el número de personas que piensan que el país estará mejor (70 a 60%), al contrario del aumento de las personas que creen que estará peor, el cual se duplicó (6.5 a 12%).

Por otra parte, siempre ha de haber críticas hacia los gobiernos entrantes, pero en esta ocasión quiero señalar tres en particular, las cuales considero de lo más sensibles. Es importante tenerlas presentes rumbo hacia el sábado que será la Toma de Protesta.

En primer lugar está el tema de la Guardia Nacional, el cual marcó un cambio radical en el discurso de AMLO, con todo y el fallo inapelable de la Suprema Corte de Justicia de la Nación sobre la inconstitucionalidad de la Ley de Seguridad Interior. La Suprema Corte señaló la gravedad de otorgar atribuciones de seguridad pública a los militares, quienes no están capacitados para ello, sin embargo AMLO salió a decir que se promovería una reforma constitucional para que la figura de la Guardia Nacional dirigida por mando militares pudiera existir. La famosa frase “abrazos, no balazos” queda como mera anécdota electoral.

El segundo tema son las consultas populares a modo, las cuales tienen tremendos sesgos tanto de organización, implementación y de discurso, ya que, primero, no respeta su realización según la Ley Federal de Consulta Popular; segundo, las consultas son sobre decisiones tomadas con antelación; y tercero, difícilmente se votaría negativamente en la forma como se plantean los proyectos.

Y el tercer tema es el centralismo que quiere ejercer desde el Ejecutivo Nacional, irrespetando la autonomía de los estados en determinadas materias de los ámbitos locales, lo cual se perfila como una violación al Federalismo en el que se constituye el país, además de mostrar un total desconocimiento sobre las diferencias entre la vastedad del territorio nacional. Pistas de ello están la designación de los superdelegados, de los cuales las críticas las encabezan el gobernador electo de Jalisco, Enrique Alfaro, y el gobernador de Chihuahua, Javier Corral, quienes pertenecen a fuerzas políticas diferentes entre sí, por si hubiera duda de que es un tema partidista. O también la declaración del Senador de Morena, Félix Salgado Macedonio, que si en algún estado hubiera resistencias a las determinaciones morenistas, el Senado desaparecería los poderes locales.

Rumbo al Primero de Diciembre estas cuestiones son particularmente necesarias para la discusión, al ser temas de seguridad, de instituciones que sostienen la endeble democracia del país, y de cómo se perfilan las posibilidades ciudadanas rumbo al próximo sexenio.   

Texto de Jesús Alejandro Tello – jesustello@delibera.org