Violencia de género y masculinidades en el contexto jalisciense

Fuente: Unión Iberoamericana de Municipalista

Algunos datos sobre violencia hacia las mujeres en Jalisco

Los datos de la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH) señalan que Jalisco se encuentra en la tercera posición de los estados con mayor proporción de violencia hacia las mujeres, solo detrás de Ciudad de México y el Estado de México.

Respecto a percepción de seguridad, la Encuesta Nacional de Seguridad Urbana (ENSU) llevada a cabo por INEGI, indicó que en 2018 el 82,4% de personas en Guadalajara dijeron sentirse inseguras en su ciudad.

La encuesta sobre percepción de seguridad y acoso sexual en espacios públicos de Guadalajara mostró que el 49,3% de las mujeres encuestadas dijeron sentirse inseguras y el 15,2% muy inseguras (ONU Mujeres, 2018, p. 25), lo cual indica que el 64,5% de la percepción de las mujeres en este tema es negativa.

Por otro lado, el 66,2% de encuestadas ha sufrido miradas morbosas en el municipio, al 46,1% le dijeron palabras morbosas y el 81% ha tenido incidentes de acoso sexual u otras formas de violencia, de las cuales el 70,7% fueron durante los últimos 12 meses (ONU Mujeres, 2018, p. 33).

Según Fela Pelayo López, titular de la Secretaría de Igualdad Sustantiva Entre Mujeres y Hombres del Estado de Jalisco (SISEMH), el 48.7% de las mujeres jaliscienses ha sufrido violencia, pero solamente el 9% la han denunciado ante las autoridades (Gutiérrez, 2019).

El Sistema MIDE de la Secretaría de Planeación y Participación Ciudadana señala que en 2018 se reportaron 32 feminicidios, mientras que en lo que va del año el municipio de Guadalajara ya reporta 3 casos (SPPC, 2019). Indicando que es uno de los municipios con más casos dentro de la entidad federativa.

Según información del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, Guadalajara se encuentra en el número 15 de los primeros 100 municipios con presuntos feminicidios, (SESNSP, 2019)

Algunos datos sobre violencia entre hombres en Jalisco

Las configuraciones negativas de las masculinidades y los mandatos que estas introyectan en los varones no afectan únicamente a las mujeres, sino que también hay consecuencias nocivas entre pares. Como los datos muestran, son los hombres los que generan más violencia y delincuencia; sin embargo, también son los que más mueren a causa de ésta.

En 2017, las agresiones (homicidios) eran la séptima causa de muerte en Jalisco (IIEG, 2019), registrándose un total de 1,586. De las cuales 1,428 corresponden a hombres y 142 a mujeres (hay 16 casos no especificados), que en porcentaje se traduce a 90.03% de varones y 8.95% de mujeres. En proporción, de cada 10 personas asesinadas en Jalisco, 9 son hombres, lo cual podría ser consecuencia de dinámicas de violencia establecidas por mandatos de género (INEGI, 2019).

Por otro lado, según la investigadora Elena Azaola Garrido, una buena parte de los homicidios registrados está relacionada con el crimen organizado y/o conflicto entre pandillas (Karen, 2019).

Datos de la Encuesta Nacional de Población Privada de la Libertad (ENPOL-INEGI) señalan que en 2016 había 16,014 personas privadas de la libertad en Jalisco (mayores de 18 años), de las cuales el 70.1% estaban entre los 18 y 39 años.

Del total de la población en reclusión, el 96.4% eran hombres y el 3.6 mujeres, lo que indica que es muy superior el número de varones asociados a la comisión de delitos con relación a las mujeres.

Por otro lado, en Jalisco durante 2017, hubo 658 casos de suicidio, de los cuales el 79.6% corresponden a varones y el 20.2% a mujeres (IIEG, 2017). Según los registros de 2000 a 2017, los suicidios han tenido un incremento paulatino en la entidad y salta a la vista que en todos los años es mucho mayor el número de hombres que de mujeres.

En aquel estudio se reveló que en Guadalajara se habían cometido 102 de estos suicidios, lo cual lo posiciona en el segundo lugar de la zona metropolitana solo detrás de Zapopan.

Según información proporcionada por la Clínica de Atención Psicológica Integral para el Bienestar del CUCS (U. de G.), de cada 10 pacientes adultos que reciben asesoría y terapia psicológica en esta institución 8 son mujeres. En el mismo comunicado la doctora María Guadalupe Covarrubias de la Torre, indicó que “Parece ser que la mujer tiene más facilidad para pedir ayuda cuando lo requiere que los varones” (González, 2018).

Finalmente los datos de IIEG indican que para el año 2016, el 55.8% de defunciones corresponden a hombres y el 44,1% a mujeres a pesar de que poblacionalmente las cifras están invertidas, esto podría estar relacionado con una configuración de masculinidad que impide a los hombres buscar ayuda médica o llevar a cabo chequeos periódicos.

El reto

En Delibera, partimos de que la atención y la colaboración de los hombres es crucial para lograr juntos una sociedad más igualitaria y menos violenta. Sin la participación de los hombres y el cuestionamiento de las bases sobre las cuales están configuradas las diferentes formas de masculinidad no es posible un cambio importante.

Por otro lado, sin el trabajo conjunto entre la sociedad civil organizada, las instituciones del Estado y de las comunidades, las y los ciudadanos, en un nuevo paradigma de gobernanza, será difícil avanzar juntos y de manera sostenida en la erradicación de las violencias hacia las mujeres y la generación de modelos positivos y no violentos de masculinidad.

El presente texto enmarca la urgente necesidad de estrategias de intervención —desde el estado y la sociedad civil— focalizadas en los generadores de violencia: los varones de la comunidad, del barrio, de los grupos de esquina, de los centros laborales, de las escuelas, las universidades, que recorren las calles y el transporte público, que acuden a los hospitales, que habitan las prisiones, en fin, que están por todos lados y en todos ellos generan violencia por mandatos de género.

Texto de Emmanuel Rojas Botello – Presidente de Delibera A.C.

Referencias

Gobierno del Estado de Jalisco. (2019), Seguridad Map, Guadalajara: Gobierno de Guadalajara. Consultado en: https://seguridadmap.app.jalisco.gob.mx/#/dashboard

González, M. (2018). Hombres adultos quienes menos solicitan atención psicológica. Guadalajara: Universidad de Guadalajara. Consultado en: http://www.udg.mx/es/noticia/hombres-adultos-quienes-menos-solicitan-atencion-psicologica

Gutiérrez, E. M. (2019) Esperan más denuncias de violencias vs mujeres en Jalisco. Guadalajara: Milenio Jalisco. Consultado en: https://www.milenio.com/politica/comunidad/apoyan-asociaciones-prevenir-violencia-vs-mujeres-jalisco

IIEG. (2017), Principales causas de muerte en Jalisco 2017, Guadalajara: IIEG. Consultado en: https://iieg.gob.mx/contenido/PoblacionVivienda/DiaMundialContraCancer.pdf

IIEG. (2019), Sistema de consulta de información sociodemográfica por colonias de Jalisco 2010, Guadalajara: IIEG. Consultado en: https://www.iieg.gob.mx/contenido/PoblacionVivienda/ciudadesmedias/gdl.html

INEGI. (2018), Encuesta Nacional de Seguridad Urbana (ENSU), México: INEGI. Consultado en: https://iieg.gob.mx/strategos/principales-resultados-para-jalisco-de-la-encuesta-nacional-de-seguridad-publica-urbana-ensu-junio-2018/.

INEGI. (2019). Consulta Interactiva de Datos. México: INEGI. Consultado en: https://www.inegi.org.mx/sistemas/olap/consulta/general_ver4/MDXQueryDatos.asp?#Regreso&c=

IIEG. (2017). Suicidios en Jalisco. Guadalajara: IIEG. Consultado en: https://iieg.gob.mx/contenido/PoblacionVivienda/FichaSuicidios2019.pdf

Karen. (12 de agosto de 2019) “Violencia golpea más a jóvenes entre 15 y 24 años”. Plumas Atómicas, consultado el 12 de agosto de 2019, en: https://plumasatomicas.com/noticias/violencia-noticias/jovenes-violencia-asesinatos/

ONU Mujeres. (2018). Acoso sexual y otras formas de violencia sexual en el espacio público: municipio de Guadalajara. México: ONU Mujeres, Universidad Autónoma de México Unidad Iztapalapa. Consultado en: http://www.izt.uam.mx/wp-content/uploads/2018/11/ONUMUJERES-ACOSO-SEXUAL-GUADALAJARA.pdf

Los genitales no hacen al hombre

 

Fuente: Indie Emergente

Hace un par de semanas, Javier Raya, escritor radicado en Ciudad de México, escribió un texto titulado «Por qué no soy feminista» en donde señala sus razones para que los hombres no nos trepemos (y beneficiemos) en el discurso feminista y además situarnos en un lugar propio dentro, o mejor dicho, paralelo a la lucha feminista. Pero no recurre solamente a una descripción sin fundamento sino que se apoya en un marco histórico que da cuenta justamente de cómo la historia ha sido de los hombres (hablando de género, no en su equiparación a “humanidad”).

Coincido en todo lo que dice, al final de cuentas mi experiencia ha sido la misma que él en tanto que somos hombres cis-hetero, es decir, que nacimos con órganos sexuales de hombre y nos identificamos como hombres, y hemos gozado toda la vida de privilegios que se nos han dado por el simple hecho de ser hombres cis-hetero. Sin embargo, considero que que al texto de Rayas le hace falta mayor fineza en cuanto a la complejidad que supone ser hombre frente al escenario de violencia machista, si bien hace una breve mención de su condición como hombre cis-hetero. Me gustaría parafrasear algunas ideas que expone Raya en el marco histórico que traza para luego ampliar mi explicación de por qué considero que le falta fineza.

Javier Raya menciona al pacto patriarcal como una puesta en común acuerdo entre todos los hombres para la protección de los mismos hombres y el mantenimiento de sus privilegios. El ejemplo que pone es el de una mujer que denuncia haber sufrido acoso o violencia por parte de un hombre y otros hombres cuestionan tal denuncia, la hacen menos, responsabilizan a la víctima, salvaguardando el “honor” del hombre denunciado porque el pacto patriarcal señala que también el “honor” de todos los hombres quedaría expuesto. De ahí que el papel que han interpretado los hombres en la lucha de las mujeres por los derechos civiles, reproductivos, laborales, entre otros, le parezca sospechoso por haber un conflicto de intereses entre gozar de los privilegios y apoyar una lucha que, aunque sea para dotar de los mismos privilegios a las mujeres, es tachada por muchos hombres cis-hetero de que es para quitarles sus derechos, hacerlos menos.

Lo anterior es algo que pasa y no podemos negarlo. Yo tengo ideas similares en cuanto a cuestionar qué hacemos los hombres en la lucha feminista. Pongo un ejemplo: me parece fuera de lugar que un hombre cis-hetero marche al lado de las mujeres en el marco del 8 de marzo; en lugar de ello considero que ese hombre hipotético (aunque ha pasado en la vida real) debería realizar otras tareas de bajo perfil (frecuentemente asignadas a mujeres) para que las compañeras puedan tomar el espacio público y la palabra (Raya también señala que el poseer la palabra es poseer el ejercicio político).

Bien señala en su texto que «para que un hombre pudiera ser aliado de la lucha feminista, dicho hombre debería tener una causa propia y común con otros hombres; una causa, por lo menos, de la misma ambición y audacia que la feminista, a saber, la lucha activa por la construcción de dicha sociedad igualitaria, en donde el género asignado al nacer, tanto por la biología como por la sociedad, no impidiera el goce de derechos ni el asumir las consecuencias derivadas de sus actos, en provecho o detrimento del individuo. Pero los hombres no tenemos tal causa, por el simple hecho de que nuestra supervivencia no está en entredicho, al menos no de la misma forma que la de las mujeres, gracias al pacto patriarcal». Una vez más, no puedo más que estar de acuerdo con lo que dice Javier, pero con lo que no estoy de acuerdo es con lo que no dice.

Aquí es donde vuelvo al por qué considero que le falta mayor fineza en cuanto a discutir la experiencia de ser hombre frente al escenario de violencia machista que se vive día a día, en todos los estratos sociales que podamos imaginar (con sus obvias particularidades). Porque aunque aclara (solo una vez, de manera breve) que habla desde su condición de hombre cis-hetero, algo que agregaría mayor profundidad es integrar la discusión de dicho fenómeno a partir de otras masculinidades, no solo la masculinidad conocida de manera tradicional. Y me atrevo a decir que él no se encuentra en ésta última, por lo que podría entrarle en su texto a tal discusión que señalo.

Para ilustrar cómo es que se puede desarrollar esta discusión doy un par de ejemplos. Uno lo encarna John Stuart Mill, el filósofo y político utilitarista inglés que vivió durante el siglo XIX, que es respetado por el feminismo a raíz de su obra «La sujeción de la mujer» y su trabajo como diputado en la Cámara de los Comunes, donde impulsó iniciativas de ley que aunque no fueron aprobadas pusieron en la discusión pública asuntos que posteriormente beneficiaron a las sufragistas. Además, él y  Harriet Taylor publicaron «Los ensayos sobre el matrimonio y el divorcio» donde discuten sobre nuevas formas de entender y vivir las relaciones de pareja desde una perspectiva de la equidad entre iguales. Al respecto Nuria Varela publicó en su blog ya hace unos años. El otro ejemplo es el cómo ha sido la relación de los hombres gay con la lucha feminista, la cual difiere mucho de la que puede haber con los hombres heterosexuales, de principio porque no partimos de la misma base ni entre quienes somos del mismo género. Muchos de los llamados “maricas” o “jotos”, y que han abrazado la palabra que antes fuera mera ofensa, los no-hombres, los señalados como niña o mujer, no se identifican con el llamado pacto patriarcal y aun así son asimilados como hombres con base en su genitalidad. Vaya conflicto que puede llegar a ser eso, ya que no son socializados precisamente como hombres, se les excluye del privilegio, y de ahí que “la lucha marica es una profundamente adscrita a la lucha feminista” y Asier Santamarica abunda en ello.

Si bien es sumamente importante y necesario que haya espacios exclusivos de mujeres, hombres cis-hetero, hombres homosexuales, indígenas personas trans, indigentes, migrantes, etc., donde se discuta qué se está haciendo para erradicar la violencia machista, considero que la discusión es más fructífera a partir de la integración de la diversidad, y otredad, que existe. Con ella convivimos a diario.

Y aunque es cierto que el famoso #NotAllMen ha servido para curar en salud a muchos hombres y hasta para desviar el foco de la discusión, habría que reconocer que es verdad que no todos los hombres están adscritos al pacto patriarcal; no lo digo por mí, sino porque los hay. Serán pocos, pero los hay.

Texto por Jesús Alejandro Tello Cháirez – jesustello@delibera.org